Su rostro amable,
la discreta coquetería,
el semblante franco
y al presencia eterna.
Su sonrisa indemne,
el silencio cálido,
la mirada transparente,
y la mano abierta.
¡ Qué impune zarpazo
que la ha arrebatado
de mi cotidiana existencia!
Cómo si ya no hubiera
refugio cierto,
como si cerraran
las puertas del destino
como si cayera
en el vacío infinito
como si ya no encontrara
de casa, el camino.
Adiós Teti.