Así, de pronto, todo se derrumbó,
igual que un decorado.
Veloces relámpagos dibujaron mi alma,
se agrietaron mis labios,
y mis ojos se vistieron de luto.
Después, el silencio se adueñó del planeta.
Así, caminando en el aire
me robé lo que pude,
lo coloqué en mi vientre
y me quedé despierta
hasta que amaneció.
Luisa C. D´Stefano
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