¨Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos la andaba atrás. En la pernumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizás pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
- Decile a ...- susurró el niño-. Decile a alguien, que yo estoy aquí.¨
1 comentario:
muy bueno....
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